El objetivo de un profesor o entrenador, en general de cualquier docente, es que el alumno alcance su máximo potencial, en este caso deportivo, sin descuidar por ello su desarrollo como persona. El creerse el único capaz de favorecer ese desarrollo roza al egoísmo y la soberbia. Sabemos que este proceso educativo es esencialmente una relación entre personas, y que toda relación es variable en el tiempo. Cuál es el inconveniente de que un chico busque lo que considera el mejor camino para cumplir ese objetivo. Es más, porque sentirse herido por el uso del derecho que cada persona tiene de buscar su propio desarrollo (es lo que generalmente, todos nosotros hacemos en nuestra vida diaria). Por qué echar culpas hacia afuera, no sería en todo caso, mucho más constructivo pensar si existieron causales factibles de solucionar para que este cambio no suceda. Si realmente ese cambio es una mejora, por qué no sentirnos orgullosos de haber hecho todo lo necesario para favorecer su evolución.
Si en vez de pensar en nuestras mezquindades personales trabajáramos para cumplir nuestros objetivos, no solo que todo sería más fácil, seguramente todo funcionaría mucho mejor.
Las puertas deben estar abiertas y eso implica inexorablemente la posibilidad de atravesarlas en ambos sentidos.