Hace un año murió Michael Jackson, pero hace muchos que habiá muerto su felicidad.
Este fin de semana viendo videos de Michael Jackson, conmemorando el primer aniversario de su muerte, me surgió un sentimiento, que tal vez nada tenga que ver con la realidad.
Siempre relaciono la muerte de Michael con la muerte del niño negro que cantaba feliz en Jackson 5, pero no con la contradictoria imagen: blanco-negro, hombre-mujer, niño-adulto, feliz-adicto, abusador-generoso, vacia, a la que estábamos acostumbrados a ver. Si bien estos ingredientes son ideales para que un personaje mediático encuentre la fama, no lo son para ayudar a la felicidad de una persona.
De niño, un prodigio, destacado y admirado por la gente, ante la incertidumbre de un futuro, que casi siempre termina por opacar los éxitos infantiles. De ahí su permanencia en la "tierra del nunca jamás" retoño del primitivo sentimiento de felicidad.
Y como ocurre tantas veces, talvez, por el miedo a "no ser" o "a que no fuera"... No fue.
Mi recuerdo a un grande cuando niño, que de grande no pudo ser grande. Solo un gran personaje al que muchos, de una forma u otra, colaboramos en crear y destruir.
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